Es posible que, durante el verano, hayamos descuidado nuestra piel por encontrarnos en lugares distintos a los que estamos acostumbrados, quizás por falta de tiempo, porque no tenemos los productos habituales o por simple relajación. Volvemos a la rutina y hay que reparar la piel de la sobredosis de sol que ha recibido y prepararla la contaminación y el frío que llegará.
Lo más importante para que la piel se vea radiante es hidratarla por dentro y por fuera. La sensación de sed disminuye al bajar las temperaturas, pero no podemos olvidarnos de beber mucha agua. Ingerir 8 vasos de agua al día ayudarán a recuperar la piel con mayor facilidad.
El primer paso para preparar la piel es la higiene. Es muy importante limpiarla bien por la mañana y por la noche, retirando así las impurezas acumuladas y los restos de maquillaje. En cuanto al cuerpo, debemos lavarnos con agua no demasiado caliente.
El siguiente paso es la exfoliación. Utilizaremos para ello productos suaves puesto que la piel puede estar algo sensible debido a la exposición solar. La finalidad de la exfoliación es arrastrar las pieles muertas e impurezas para que quede totalmente limpia y los tratamientos que le apliquemos sean más efectivos.
La piel del rostro es la más expuesta a las inclemencias meteorológicas, tanto las del sol del verano, como el viento y frío del otoño. Por eso debemos aplicar mascarillas, éstas se encargarán de nutrir y reparar la piel de la cara, especialmente las que contengan entre sus componentes silicio, colágeno o caviar. Es aconsejable aplicar la mascarilla por la noche puesto que la piel está más relajada y dejarla actuar el tiempo que nos indique el fabricante, retirarla antes de tiempo supone que los efectos no alcancen el resultado deseado.
Volvemos a la hidratación. Una hidratación en profundidad nos ayudará a prolongar el bronceado. Utilizaremos cremas hidratantes de día y de noche para el rostro. Tras cada ducha, aplicaremos una leche corporal o producto hidratante por el cuerpo. No debemos descuidar hidratar los labios con un bálsamo.
Por otro lado, es posible que conforme el bronceado vaya desapareciendo, aparezcan manchas producidas por el sol. En ese caso, existen productos despigmentantes en crema o sérum que funcionan, aunque es aconsejable que nos asesore un especialista o farmacéutico.